miércoles, 25 de febrero de 2009

Fragmento de "El contador de historias"


—¿Por qué ha vuelto? La gente ya no regresa.
—Una boda.
—¿Y viene con las manos vacías?
—Mi maleta llegará mañana.
—Antes los emigrantes volvían con sacos y sacos de objetos valiosos, dinero y joyas. Fuera encontraban oro y volvían a casa para ser hombres. Ahora todo el mundo se va, pero nadie vuelve. Si yo fuera usted, no habría venido, ni para una boda.


Rabih Alameddine

jueves, 19 de febrero de 2009

Sin miedo


“La infancia tiene maneras de ver, de pensar, de sentir que le son propias; no hay nada más insensato que querer sustituirlas por las nuestras.” (Jean Jacques Rousseau)

Sentada sobre el césped, Ana deshojaba flores amarillas. Arrancaba cada pétalo con esmero, tratando de no partirlo, y estudiaba su haz y envés meticulosamente antes de atesorarlo en su mano izquierda. Cuando ya había reunido los pétalos suficientes, alzaba su brazo y abría el diminuto puño para dejarlos caer desde lo alto. Su vestido blanco adquiría de pronto un estampado irregular que Ana borraba de un manotazo y vuelta a empezar.

Su madre la observaba desde cierta distancia. Ana le recordaba tanto a sí misma... A su edad ella tampoco era la típica niña con trencitas que buscaba monstruos bajo su cama. Lo suyo era espantar palomas y correr tras el viento. Tardó mucho en descubrir la palabra miedo, pero una vez lo hizo fue coleccionando temores. Despidos, traiciones, desamores, rutina...

—¡Mamá, mamá! —gritó Ana desde su charco de desechos florales mientras acariciaba a un enorme perro.
—Ana, apártate de ese chucho ahora mismo —ordenó su madre sobresaltada.
—¿Por qué? —preguntó—, perro bueno.

jueves, 12 de febrero de 2009

Recordando a Cortázar (un día más)


Algunos escritores se sienten propios. Son aquellos que nos enseñan a desligarnos de la realidad ficticia sumando letras, aquellos que nos devuelven a un estado más puro, en el que uno observa, ama, vive. Uno de ellos, para mí y tantos otros lectores, es Julio Cortázar.
Hoy, en el 25 aniversario de su muerte, no existen mejores palabras que las suyas para recordarle:

Entre esto y aquello
I
Me aprieta este zapato,
Me hace mal, qué suerte. Me aprieta
El mundo, me hace mal, qué suerte.
Me aprieta el sol, la sémola, la radio,
Tengo miedo de estallar como una pulga
Entre los dedos de la noche.
Oh, dichoso de mí, que estoy viviendo,
Que sufro la delicia de estar vivo
Dentro de mis zapatos con lo menos posible
De espacio entre mis ojos y los astros,
Entre los astros y mi mano que se tiende
Y los estruja como un zumo de alegría.

Muerto seré el espacio,
Seré esa nada que desliza
Sus guantes por el pelo de los hombres.
No, no seré ni siquiera eso.


Afortunadamente los verdados cronopios nunca nos dejan del todo y nuestro Julio sigue estando muy cerca.

¡Gracias, lobo!

jueves, 5 de febrero de 2009

Fragmento de "La espuma de los días"


—Necesito dinero —dijo Colin.
—Suele ocurrir —dijo el hombre— pero el trabajo le hace a uno filósofo. Dentro de tres meses necesitará menos.

Boris Vian

domingo, 1 de febrero de 2009

A ti

Elijo los hoyuelos de tu espalda
La hendidura de tu barbilla
El lunar sobre tus labios
La isla de tus pupilas.

Te elijo a ti
Con tus luces y sombras
Tus certezas y desvelos
Y confío en que los míos
Te resulten llevaderos
Y no te arrepientas
Al vislumbrar mis abismos.

Imagen: Uomo, Sheila Metzner