sábado, 8 de mayo de 2010

Prisioneros


Ilustración de Michael Hogue con trabajadores en cubículos de oficina ©BELGA_MAXPPP_Michael Hogue


Todos somos presos de alguna cárcel encubierta. Pero las cárceles actuales ya no son lugares espeluznantes con calabozos sucios y oscuros, sino que están a la vista de todos e incluso son aceptadas socialmente.

¿Quién no ha acudido alguna vez a uno de esos edificios en los que la simetría se pone al servicio del aislamiento y cada individuo aparece encerrado en un cubículo? Estarán de acuerdo conmigo en que se trata de una visión cuando menos perturbadora: todas esas personas atrapadas, sentadas frente a una mesa anegada en archivadores y bandejas de informes varios, con una taza de café frío en la mano, la mirada fija en la pantalla y una maraña de cables a los pies. Dejan de ser individuos para convertirse en autómatas que se dedican –consciente o inconscientemente- a pisotear sueños pretéritos de 9 a 6. Lejos de llevarse las manos a la cabeza, la sociedad ensalza esos espacios como dignificantes, quizá porque no faltan casos de gente a la que teclear mensajes insípidos dirigidos a personas sin rostro le hace sentirse útil, importante, parte de una incierta maquinaria social.

Sin embargo, es probable que la cárcel moderna más abarrotada sea de índole más personal. A menudo nuestras prisiones toman la forma de otro ser, admirado o temido, al que entregamos nuestro hatillo de amor propio, deseos y temores con la esperanza de que acepte llevarnos a cuestas por el camino de un mañana demasiado tremebundo como para emprenderlo en soledad. Asimismo, existen cárceles etéreas e invisibles, cimentadas a base de ideas místicas, principios revolucionarios y miedos inconfesables, cuyos muros nos mantienen a salvo de aquellas criaturas que se nos antojan grotescas, ofensivas o incluso tentadoras.

Por supuesto, todas las prisiones anteriores, así como las no mencionadas, son combinables entre sí y tan infinitas como las cadenas que pueden apresarnos de forma simultánea. Lejos de ser una excepción, yo también tengo cierta experiencia en forjarme grilletes a medida. ¿Y ustedes?