También yo me he maravillado ante los trucos de ese descabellado prestidigitador que es el tiempo, para comprender, al fin, que su magia reside en mi mirada y que los confines del mundo solo pueden traspasarse con los ojos cerrados.
martes, 8 de septiembre de 2009
Buhardilla vacía
Nada tan triste como visitar
La buhardilla del pensamiento
Y no encontrar en ella
Ni rastro del yo extraviado.
Nada tan triste como desertar
Las arcadias del pasado
Sabiendo que quien las creó
Es hoy otro.
Sin darnos cuenta hemos aprendido
A enterrar sombras tras el espejo,
A fingir corduras en un mundo loco,
A pisotear las raíces de lo añejo,
A dejarnos morir de a poco.
Sin quererlo nos hemos resignado
A cerrar puertas que no abriremos,
A vagar por senderos de cobardía,
A olvidar nombres que no mentaremos,
A prodigar lágrimas en tierra baldía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Nada tan triste y ridículo como el olvido. Digo yo.
Un beso.
Hola!
Pero cuánto tiempo sin leerte...
Tristes palabras, debo decir.
Rescato los primeros versos:
"Nada tan triste como visitar
La buhardilla del pensamiento
Y no encontrar en ella
Ni rastro del yo extraviado"
Un abrazo!
=)
Jajajaja, es verdad que no me gustan los gatos. Pero tengo curiosidad. Claro que nunca me aventuraría a probar su comida. Me da gusto que tu gato no coma ratón. Dicen que las carnes rojas son malas para el corazón, jajaja.
Muá.
Muchas veces me siento exactamente así, admiro tu capacidad para poder plasmarlo por escrito. Felicidades
Un besito
Los recuerdos son las marcas de toda una vida. Yo creo que si no recuerdas, no vives.
Publicar un comentario