viernes, 17 de octubre de 2008

Todos somos Oliveira


“Lo malo en vos es que cualquier problema lo retrotraés a la infancia”, reprochaba Traveler a Horacio en Rayuela. ¿Quién no tiene algo de Oliveira?
Todos somos soñadores insatisfechos que miramos por encima del hombro a la vida que nos ha tocado. Proseguimos nuestra búsqueda en pos de algo inaprensible, con las ilusiones y el pasado pesándonos sobre los párpados. No te quedes dormido, no te des por vencido, pero los ojos se entornan y se cierran (algunos sueños pesan demasiado)…
Y entonces vuelta a sumergir la galleta en el vaso de leche caliente, a observar cómo se empapa y se doblega ante ese océano blanco que reposa en el modesto cáliz de vidrio -de Duralex para más señas-. Otra vez la rapidez con que la cucharilla rescata al dulce abatido y lo deposita sobre la lengua infantil que sale ansiosa a su encuentro.
¡Cómo no añorar los tiempos en que el bienestar tenía forma de galleta y soportábamos el ardor de estómago con una sonrisa enmarcada en nata!

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